 
Investigadores del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH) en  Zurich confirman sus resultados anteriores que mostraban, a través de  pruebas de laboratorio, que la toxina Cry1Ab del Bacillus thuringiensis  (Bt) producida por el maíz Bt modificado genéticamente (MG) con fines  pesticidas incrementa la mortalidad de las larvas jóvenes de mariquita  (Adalia bipunctata L., mariquita de dos puntos). (1) Dichas larvas de  mariquita son típicos organismos no-objetivo beneficiosos ambientalmente  y que supuestamente no deberían verse perjudicados por el maíz  modificado genéticamente.
El 15 de febrero el equipo de investigación encabezado por la Dra.  Angelika Hilbeck publicó los resultados de los tests adicionales que se  hicieron después de que su primera publicación en 2009 (2) fuera  fuertemente criticada por partidarios de los cultivos modificados  genéticamente  en un ataque orquestado de forma coordinada en la revista  científica “Transgenic Research” (3).
Siguiendo la pauta descrita por la periodista científica  estadounidense Waltz (4), los artículos que contra-argumentaban los  hallazgos de la investigación publicada en 2009, intentaron  desacreditarla etiquetándola como ‘pseudo-científica’, y presentaban una  investigación propia hecha con el objetivo de rebatir el trabajo  original. El detonante de dicho ataque coordinado fue la respuesta  política que tomó el gobierno alemán en la primavera de 2009 al prohibir  el cultivo comercial de un maíz MG que expresa la toxina Bt estudiada  basándose, entre otros, en los resultados del estudio con A.bipunctata  publicado a inicios de 2009.
Los científicos suizos también analizaron porqué las investigaciones  que contra-argumentaban sus conclusiones no pudieron repetir los  resultados previos y llegaron a una conclusión simple: “Nosotros pudimos  probar que los protocolos aplicados por Álvarez-Alfageme et al., 2011  eran significativamente diferentes a los de nuestros estudios iniciales,  y que con ellos sería mucho menos probable que detectasen efectos  adversos de las toxinas que con los usados por Schmidt et al., 2009 y en  nuestros estudios posteriores”, explica la dra. Hilbeck. “Cuando  testamos los protocolos usados por Álvarez-Alfageme et al. 2011 con  organismos objetivo susceptibles al Bt, como las larvas del gusano  barrenador europeo, éstas apenas fueron dañadas por la toxina Bt, lo que  lo que claramente descalifica el método para detectar efectos negativos  del Bt en organismos no-objetivo”.
En un comentario suplementario, los autores apuntaron que la reacción  de los defensores de los cultivos transgénicos a los resultados  ofrecidos por las investigaciones sobre riesgos sigue a menudo dobles  estándares (5): cuando las conclusiones aparentan apoyar las tesis que  afirman que no existen riesgos, se aceptan los estándares científicos  utilizados, aunque sean de baja calidad, sin un examen riguroso. Por  ejemplo, no hubo una crítica similar en aquellos casos en los que se  utilizaron organismos, las larvas de las crisopas verdes, que no eran  capaces de ingerir la toxina Bt ofrecida y por lo tanto, produciendo  falsos negativos en los resultados. Mientras que la Agencia de  Protección Ambiental de Estados Unidos ha reconocido en los últimos años  que dichos tests con crisopas no son apropiados para la evaluación de  riesgos de los cultivos MG, las autoridades europeas siguen basándose en  éstos para autorizar los cultivos Bt modificados genéticamente. “Ha  llegado la hora de pasar de la etapa de la “negación dogmática” y la  política de “disparar al mensajero” a una fase más madura del discurso  científico dominada por el escrutinio riguroso de las “sorpresas”  científicas”, dijo David Gee, asesor en temas científicos de la Agencia  Europea Ambiental.
“Es sorprendente que las autoridades europeas, después de haber  implementado legislación sobre bioseguridad sustentada en el principio  de precaución y mientras llevan demandando que se haga investigación y  evaluación sobre el riego ambiental basándose en criterios científicos  rigurosos las últimas dos décadas, sigan confiando en protocolos  viciados sistemáticamente y en datos elaborados y promovidos por la  industria biotecnológica y sus científicos colaboradores”, dijo el  profesor Brain Wynne, del Centro del Reino Unido para el Estudios de los  Aspectos Económicos y Sociales de la Genómica (Cesagen) de la  Universidad de Lancaster.
El profesor Wynne continuó: “No necesitamos investigación sobre  bioseguridad sustentada sobre las visiones de la industria tecnológica  que apoya una agricultura industrializada insostenible. Por el  contrario, necesitamos investigación independiente como la de la Dra.  Hilbeck que evalúe los efectos ambientales específicos de la ingeniería  genética, use las metodologías apropiadas y que ayude a identificar los  efectos perjudiciales potenciales sobre la biodiversidad y la diversidad  agrícola producidos por la agricultura industrial basada en  monocultivos, la cual se ve intensificada con el cultivo de organismos  modificados genéticamente. Además de atender la urgente necesidad de  apoyar la investigación verdaderamente independiente, las autoridades  europeas y de los países miembros deberían tomarse muy en serio los  beneficios de la diversidad agrícola, la agricultura multifuncional y de  aquellas políticas que promuevan sistemas de producción sostenibles  agroecológicamente”.
“La innecesaria controversia generada por los experimentos hechos con  Adalia refuerza la necesidad de protocolos consensuados y de una  investigación y evaluación del riesgo pertinente ambientalmente.  Instamos a las autoridades europeas a superar su dependencia de sólo un  ámbito dentro del conocimiento disponible, ligado a a industria, a la  hora de elaborar sus estándares para la autorización de organismos  modificados genéticamente”, concluyó el dr. Hartmut Meyer, coordinador  de la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y  Ambiental (ENSSER; European Network of Scientists for Social and  Environmental Responsibility). “Además, se hace necesaria la revisión de  las autorizaciones actuales para el cultivo comercial de plantas  modificadas genéticamente”.