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Los alimentos usados como combustible: una forma segura de producir una crisis alimentaria

Por Jean Ziegler y Siv O’Neall, 27 de diciembre de 2011


 

Jean Ziegler [1] , en su reciente libro “Destrucción masiva, la Geopolítica del hambre” [2], denuncia la estrategia brutal que los amos del mundo están utilizando para aniquilar la resistencia y así dirigirlo como mejor les parezca.

Jean Ziegler es un luchador incansable por los derechos humanos y el derecho a la alimentación, tal y como se indica en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y como ha recogido en sus números libros anteriores sobre diversos temas, pero sobre todo la extrema crueldad del Imperio. Su último libro es una denuncia de la Agroindustria en sus diversos aspectos: los biocombustibles y la industria de los transgénicos, y va a hacer todo lo posible para que este mensaje llegue a todas las partes del mundo. El profesor Ziegler ha hablado con voz alta y clara en las Naciones Unidas denunciando el neoliberalismo y la pobreza que engendra en todo el mundo. Esto le ha granjeado numerosos enemigos, pero también amigos. ¿Qué se está haciendo en nombre del neoliberalismo, sino un asesinato calculado? El título del libro lo dice claramente.
 

El profesor Ziegler denuncia los tres factores principales que contribuyen a la escasez y a la carestía de los productos alimenticios.

El acaparamiento de tierras para cultivos como la caña de azúcar y otros, especialmente en Estados Unidos, para la producción de biocombustibles (etanol), siendo una de las principales causas de la escasez de alimentos, ya que priva a los pequeños propietarios de sus tierras y reduce la cantidad de alimentos disponibles. La pérdida de tierras cultivables para la producción de biocombustibles ha contribuido al escandaloso aumento de los precios de los alimentos. Menos tierra, menos alimentos: precios más altos. A ello se suma también el hecho de que los biocombustibles aumentan el daño a la Tierra, que sus defensores de forma deshonesta tratan de ocultar.

La especulación sobre los alimentos, así como de las tierras de cultivo, también debe ser denunciado con fuerza, siendo otro importante factor que contribuye al aumento espectacular de los precios de los alimentos básicos, hecho que se viene produciéndose desde mediados de 2007. Por lo tanto, no sólo se priva a los agricultores de sus tierras, a menudo sin ningún tipo de compensación, sino que también los precios de los alimentos aumentan, así que no pueden adquirir los productos que necesitan para sobrevivir.
La tercera causa es la desertificación, la degradación del suelo, proceso que es acelerado por la sustitución de los cultivos tradicionales por grandes extensiones de monocultivos, bien para biocombustibles o para cultivos transgénicos, con enormes demandas de agua. Ríos y lagos se están secando y un número cada vez mayor de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable.

Los siguientes textos son extractos de cuatro capítulos del libro “Destrucción masiva”, un resumen de los argumentos que el profesor Ziegler plantea frente a los intentos monstruosos de matar de hambre a ingentes cantidades de personas, con la sola finalidad de aumentar la riqueza y el poder de unos pocos. Yo agregaría también, con la finalidad de mantener a las masas a raya, ignorantes y sumisos.

La mentira

Oro verde se ha considerado desde hace varios años como un complemento a la rentabilidad del oro negro.

Las industria de los biocombustibles lanza un argumento que pareciera irrefutable: la sustitución de los combustibles fósiles por energía procedente de las plantas, es un arma contra el rápido deterioro del clima y el daño irreversible que se está haciendo al medio y a los seres humanos.

Algunas cifras

Más de 100 millones de litros de bioetanol y biodiésel se produjeron durante 2011. En el mismo año, 100 millones de hectáreas de cultivos agrícolas se utilizaron para producir biocombustibles. La producción mundial de biocombustibles se ha duplicado en los últimos cinco años, de 2006 a 2001.

La degradación del clima es una realidad

A nivel mundial, la desertificación y la degradación del suelo afecta ya a más de mil millones de personas en más de 100 países situados en zonas áridas. Las regiones áridas o semiáridas son particularmente susceptibles a la degradación, representando más del 44% de las tierras cultivables del planeta.

La destrucción de los ecosistemas y la degradación de extensas zonas agrícolas en todo el mundo, y especialmente en África, es una tragedia para los pequeños agricultores y ganaderos. En África, la ONU estima que hay 25 millones de refugiados ambientales o migrantes ambientales, es decir, seres humanos que se han visto obligados a abandonar sus hogares a causas de desastres naturales (inundaciones, sequías, desertificación) y que han de luchar por la supervivencia en los suburbios de las grandes ciudades. La degradación de la tierra es causa de conflictos, sobre todo entre los ganaderos y los agricultores.

Empresas transcontinentales para la producción de biocombustibles han convencido a la mayoría de la opinión pública mundial y a la mayor parte de los Estados occidentales, de que la energía producida a partir de las plantas es un arma milagrosa contra la degradación del clima. Pero este argumento es falso. No tienen en cuenta los métodos ni los costes ambientales de la producción de biocombustibles, ni el agua ni la energía que se requiere para ello.

Sin embargo, por todas partes del planeta el agua potable es cada vez más escasa. Una de cada tres personas bebe agua contaminada. 9000 niños menores de diez años mueren cada día al consumir agua no apta para el consumo.
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Según la OMS, un tercio de la población mundial aún carece de acceso al agua potable a un precio asequible, y la mitad de la población mundial no tiene acceso al agua potable. Aproximadamente 285 millones de personas que viven en el África subsahariana no tienen acceso regular al agua potable [3].

Y por supuesto, son los pobres los que sufren con más severidad la falta de agua.
….
Sin embargo, si tenemos en cuenta las reservas mundiales de agua, la producción cada año de decenas de miles de millones de litros de biocombustibles es una verdadera catástrofe. Se necesitan 4000 litros de agua para producir un solo litro de bioetanol.
Un estudio detallado de la OCDE, Organización de los estados más industrializados, con sede en París, calcula la cantidad de energía fósil necesaria para producir 1 litro de bioetanol. Es una cantidad enorme. The New York Times, también señaló en su día la gran cantidad de energía que se requiere para producir etanol y además indicando que “los biocombustibles aumentan la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera en lugar de contribuir a reducirlo”. 

La obsesión de Barack Obama

Las mayores corporaciones multinacionales productoras de biocombustibles tienen su sede en los Estados Unidos. Cada año reciben miles de millones de dólares en ayudas gubernamentales. En el discurso de Obama a la Nación en 2011 dijo que el bioetanol y el biodiésel son una causa nacional, y que entra dentro de la seguridad nacional.

En 2011, se subsidiaron con 6 mil millones de dólares procedentes de fondos públicos, utilizándose el 38,3% de la cosecha nacional de maíz para la producción de biocombustibles, frente al 30,7% en 2008. Desde el año 2008, los precios del maíz en el mercado mundial se han incrementado un 48%.

  

Estados Unidos es con mucho la potencia industrial más dinámica y la mayor productora a nivel mundial. A pesar de que tiene un número relativamente bajo de habitantes, 300 millones, en comparación con los 1,3 millones de China o la India, Estados Unidos produce más del 25% de todos los productos industriales fabricados en un año en todo el planeta.

La materia prima de esta impresionante máquina es el petróleo

Estados Unidos quema diariamente 20 millones de barriles, alrededor de un cuarto de la producción mundial. El 61% de esta cantidad, más de 12 millones de barriles al día, son importados [4].

Para el Presidente de Estados Unidos, esta dependencia exterior es, obviamente, una preocupación. Y lo más preocupante es el hecho de que el petróleo importado procede de regiones con una elevada inestabilidad política o donde los estadounidenses no son bien recibidos, en una palabra, la producción y la exportación a los Estados Unidos no están garantizados.

George W. Bush fue el que inicio este programa de biocombustibles. En enero de 2007 estableció la meta a alcanzar: en los 10 años siguientes Estados Unidos tenía que reducir en un 20% el consumo de combustibles fósiles y multiplicar por 7 la producción de biocombustibles.

La quema de millones de toneladas de alimentos en un planeta donde cada cinco segundos un niño menor de 10 años muere de hambre es, obviamente, un escándalo.
Los partidarios de los biocombustibles están tratando de desarmar los argumentos de los críticos. No niegan que no sea ético desviar alimentos para su uso como fuente de energía, pero dicen que no hay de qué preocuparse, ya que pronto habrá una segunda generación de biocombustibles que se obtendrán a partir de los residuos forestales, o de plantas como la jatrofa, que sólo crece en tierras áridas (donde no es posible cultivar alimentos). Y luego añaden que las técnicas de que ya se disponen permiten el tratamiento de los tallos de la planta de maíz, sin emplear la semilla… ¿Pero a qué coste? (La producción de biocombustibles requiere una enorme cantidad de agua y energía).

Lo de una nueva generación es una terminología, en este caso, que da lugar a engaño. La segunda generación de biocombustibles no existe, y por contra la producción de los mismos será aún más costosa. Así que en un mercado donde manda la maximización de beneficios, estos cultivos tendrán un papel marginal.

El depósito de combustible de un automóvil mediano tiene una capacidad de 50 litros. Para fabricar 50 litros de bioetanol se requieren 358 kilogramos de maíz.

En México y en Zambia el maíz es el alimento básico. Con 358 kilogramos de maíz un niño de Zambia o de México puede comer durante un año.

Amnistía Internacional resume mi punto de visto: “Biocombustibles: depósito lleno y estómagos vacíos”.

La maldición de la caña de azúcar

No sólo los biocombustibles consumen cada año cientos de millones de toneladas de alimentos como el maíz, el trigo y otros, y se lanzan a la atmósfera millones de toneladas de dióxido de carbono, sino que además se causan desastres sociales en los países donde las empresas transcontinentales que fabrican biocombustibles se hacen fuertes.
Tomemos por ejemplo el caso de Brasil.

La lucha de los trabajadores de engenho Trapiche es un ejemplo. Las vastas tierras que antaño fueron propiedad del Estado, la Terra da União, estaba dividida en parcelas agrícolas de 1 a 2 hectáreas, cultivadas por pequeños agricultores en una economía de subsistencia. Las familias vivían pobremente, pero disfrutaban de un cierto grado de bienestar y de relativa libertad.

A través de su excelentes relaciones con Brasilia, las empresas han logrado el desmantelamiento y la privatización de estas tierras. Los pequeños agricultores de frijoles y cereales que vivían aquí fueron deportados a los barrios pobres de Recife, excepto aquellos que aceptaron convertirse en cortadores de caña de azúcar. Hoy en día son trabajadores que se encuentran en situación de sobreexplotación.
En Brasil, el programa de producción de biocombustibles se considera una prioridad. Y la caña de azúcar es uno de los cultivos más rentables para la producción de bioetanol.
El programa brasileño para el incremento de la producción de bioetanol tienen un curioso nombre: Plan Pro-alcohol. Es el orgullo del Gobierno. En 2009, Brasil consumió 14 mil millones de litros de bioetanol (y biodiésel) y exportó por valor de 4 mil millones de dólares.

El sueño del Gobierno es exportar 200 mil millones de litros
El Gobierno de Brasilia quiere aumentar a 26 millones de hectáreas la superficie cultivada de caña de azúcar. En lucha contra los gigantes del bioetanol, los cortadores de caña de azúcar en la plantación de Trapiche no tienen ninguna oportunidad.
El Plan Pro-alcohol brasileño ha provocado la concentración de las tierras en unas pocas manos de indígenas y empresas transnacionales.

Esta monopolización aumenta las desigualdades y exacerba la pobreza rural ( al igual que la pobreza urbana, como resultada de la migración de las zonas rurales). Además, la exclusión de los pequeños productores amenaza la seguridad alimentaria del país, ya que son los que mediante la agricultura pueden garantizar su sustento.

En cuanto a los hogares de las zonas rurales, encabezados por la mujeres, tienen menos acceso a la tierra y sufren mayor discriminación.

En resumen, el desarrollo y producción del llamado “oro verde” es un modelo que enriquece únicamente a los dueños de las explotaciones y que empobrece a los pequeños agricultores y en O boiafrio [6] incluso se va más lejos. En realidad, se ha firmado la sentencia de muerte para las pequeñas explotaciones familiares y las medianas empresas, y por lo tanto se pone en peligro la soberanía alimentaria del país.
Pero además de los dueños de las explotaciones, el Programa Pro-alcohol produce enormes beneficios a las grandes empresas extranjeras transcontinentales, tales como Louis Dreyfus, Bunge, Noble Group, Archer Daniels Midland, y para los grupos financieros de Bill Gates y George Soros, así como los fondos soberanos de China.

En un país como Brasil, donde millones de personas están exigiendo el derecho a tener un pedazo de tierra, donde se ve amenazada la seguridad alimentaria, la apropiación de tierras por las corporaciones transnacionales y los fondos soberanos es un escándalo adicional. [7]

En el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se luchó contra el Plan Pro-alcohol [8].
Incluso el Presidente Luis Inácio Lula da Silva, durante su visita al Consejo en 2007, me atacó desde lo más alto del podio.

Vanucci y Lula tenían un poderoso argumento: “¿Por qué preocuparse por el avance del cultivo de la caña de azúcar, tal y como dice el Relator Especial para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, si el Plan Pro-alcohol nada tiene que ver con la comida, la caña de azúcar no lo es? A diferencia de los norteamericanos, los brasileños no quemamos ni maíz ni trigo”. [9]

Para obtener nuevas tierras, los grandes propietarios y las Empresas Transcontinentales queman la selva. Decenas de miles de hectáreas cada año.

La destrucción es definitiva. Los suelos de la cuenca del Amazonas y de Mato Grosso [10], cubiertos de bosques primarios, sólo tienen una fina capa de humus. Incluso en el improbable caso de que las autoridades tuvieran un arrebato de lucidez, ya no se podría restablecer la Selva Amazónica, los pulmones del planeta. De acuerdo con los datos del Banco Mundial, al ritmo actual de quema de la selva, el 40% de la Selva Amazónica habrá desaparecido en 2050.

En la medida en que Brasil ha ido sustituyendo progresivamente los cultivos para la producción de alimentos por la caña de azúcar, se ha entrado en el círculo vicioso del mercado internacional de alimentos: se ven obligados a importar alimentos que ya no producen, y se aumenta la demanda mundial… que a su vez provoca un aumento de los precios.

La inseguridad alimentaria, de la que una gran parte de la población brasileña son victimas, está directamente relacionada con el Programa Pro-alcohol. Esto afecta especialmente a las zonas en las que se cultiva la caña de azúcar, ya que los alimentos de primera necesidad con casi exclusivamente importados, estando sujetos a fluctuaciones muy significativas de los precios. Muchos pequeños agricultores y trabajadores agrícolas deben comprar alimentos, ya que no tienen tierras suficientes para producir los alimentos que necesitan sus familias. Así, en 2008, los campesinos no pudieron comprar los suficientes alimentos debido a la subida repentina de los precios.

Con la finalidad de reducir costes, los productores de biocombustibles explotan a los trabajadores migrantes, según el modelo de agricultura ultra-liberal capitalista. No sólo se pagan bajos salarios, sino que los horarios son inhumanos, no hay infraestructuras de apoyo y las condiciones de trabajo rayan en la esclavitud.


Postdata: El infierno de Gujarat

Las condiciones de esclavitud de los cortadores de caña de azúcar no son exclusivas de Brasil. Miles de migrantes de otros países están siendo explotados de la misma manera.
En la plantación de la Fábrica de Azúcar Bardoli, situada en Surat, Guajarat, India, la mayoría de los hombres que trabajan pertenecen a los pueblos indígenas de los adivasi, famosos por su dominio del arte de la cestería y la fabricación de muebles de caña.
Las condiciones de vida en la plantación son terribles: comida infestada de gusanos, agua potable en estado deficiente, falta de madera para cocinar los alimentos. Los adivasi y sus familias viven en chabolas en unas condiciones deplorables.

¿Denunciarlo en los tribunales? 

Los adivasi tienen mucho miedo al Mukadam, el agente de contratación de la explotación. Tal es la magnitud de desempleo en Guajarat que a la menor protesta el cortador de caña crítica es sustituido por otro más dócil.

Recolonización

Durante la XVI sesión del Consejo de Derechos Humanos de marzo de 2011, Vía Campesina, junto con otras organizaciones no gubernamentales, FIAN y CETIM, organización un evento paralelo: una consulta oficiosa sobre la protección de los agricultores (derecho a la tierra, semillas, agua, etc).

El Embajador de Sudáfrica encargado de los derechos humanos, el obstinado Pizo Moved, dijo en esa ocasión: “Primero se llevaron a los hombres, luego nos quitaron la tierra. Estamos viendo la era de la recolonización de África”. 

En realidad la maldición del oro verde se extiende por Asia, América Latina y África.

En casi todas las partes,, pero especialmente en Asia y América Latina, el acaparamiento de tierras por parte de las empresas transcontinentales va acompañada de violencia.

La selva de África Central es la segunda más grande del mundo después de la del Amazonas y es un importante sumidero de carbono [11] del mundo. Hay que comprender que muchas comunidades dependen de ella, su biodiversidad es enorme y es sustento mediante la caza y la recolección. Estas comunidades están en peligro de desaparición.

Conclusión

Tenemos que actuar rápidamente frente al intento de control de los nuevos amos del mundo, hacer frente al neoliberalismo insensible y codicioso [12]. Tenemos que abrir los ojos y tener las mentes abiertas frente a estos depredadores que acaparan el mundo y nos convierten en sus rehenes, en un intento absurdo de aumentar su riqueza y la dominación del planeta. Debemos unirnos y trabajar sin descanso, sin perder la esperanza, sin perder el objetivo de salvar la Tierra. No hay que dejarse engañar por el ensordecedor gritería de las máquinas de propaganda. Debemos mantenernos firmes y juntos. Es la única manera de poder salir de este infierno. 

Notas:
[1] Jean Ziegler, a former professor of sociology at the University of Geneva and the Sorbonne, Paris, is member of the UN Human Rights Council’s Advisory Committee with an expertise on economic, social and cultural rights. For the period 2000-2008, Jean Ziegler was the UN Special Rapporteur on the Right to Food. In March 2008, Jean Ziegler was elected Member of the UN Human Rights Council’s Advisory Committee. One year later, the Human Rights Council decided, by acclamation, to re-elect Jean Ziegler as a member of the Advisory Committee, a post he will now hold until 2012. In August 2009, the members of the Advisory Committee elected Jean Ziegler as Vice-President of the forum.
[2] DESTRUCTION MASSIVE – GÉOPOLITIQUE DE LA FAIM, Jean Ziegler – ÉDITIONS DU SEUIL published on October 13, 2011
[3] 248 million in South Asia are in the same situation, 398 million in East Asia, 180 million in South Asia and the East Pacific, 92 million in Latin America and the Caribbean, and 67 million in Arab countries.
[4] Only 8 million barrels are produced from Texas, the Gulf of Mexico (offshore) and Alaska.
[5] Engenho is a colonial-era Portuguese term for a sugar mill and the associated facilities. The word engenho usually only referred to the mill, but it could also describe the area as a whole including land, a mill, the people who farmed it.
[6] Landless workers (boia = ox ; frio= cold) He’ll be working like an ox and he’ll be eating cold food
[7] A sovereign wealth fund (SWF) is a state-owned investment fund composed of financial assets such as stocks, bonds, property, precious metals or other financial instruments. Sovereign wealth funds invest globally.
[8] Sitting in front of me was the government minister Paulo Vanucci, a friend, a former guerrilla of the VAR-Palmarès (Vanguardia Armada Revolucionaria) and hero of the resistance against the dictatorship. He was sincerely sorry.
[9] This argument is not valid, since the agricultural frontier in Brazil moves continuously: the sugar cane moves toward the interior of the continental shelf and the cattle which for centuries have been grazing there, migrates to the west and the north.
[10] Mato Grosso is a state in the center-west of Brazil, bordering on Bolivia and Paraguay.
[11] A carbon sink is anything that absorbs more carbon that it releases, whilst a carbon source is anything that releases more carbon than it absorbs.
[12] See ‘Les Nouveaux maîtres du monde et ceux qui leur résistent’ de Jean Ziegler (Editions Fayards), 2005
http://axisoflogic.com/artman/publish/Article_64191.shtml

6 maneras en las que los alimentos son utilizados como armas

Por Activist Post, 25 de julio de 2011 (Con la colaboración de Rady Ananda)



Las personas que padecen hambre harán cualquier cosa para poder comer, lo que significa que aquellos que tienen el control sobre los alimentos lo utilizarán en beneficio propio. Henry Kissinger, en 1974, ya sugirió el uso de los alimentos como arma para la reducción selectiva de la población, según aparece en un informe clasificado de 200 páginas: National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests (Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad de Estados Unidos y de interés en el exterior). La idea principal es la de que debieran cancelarse las ayudas alimentarias a los países en desarrollo hasta que se aprobasen políticas de control de la natalidad:

Hay un precedente ya establecido sobre el uso de la planificación familiar en la evaluación de las necesidades de asistencia por parte de la AID ( Agencia para el Desarrollo Internacional) y otros grupos consultivos. Dado que el aumento de la población es un factor determinante en la necesidad de más alimentos, la asignación de los escasos recursos del plan PL-480 (Alimentos para la Paz) debe de tener en cuenta las medidas de control de la población, así como la producción de alimentos. No obstante, es importante la forma de llevarlo a cabo, y se debe evitar que parezcan medidas coercitivas. 

(El control de la población mediante el maíz espermicida, como señala William Engdahl)

Por lo tanto, el alimento es utilizado como cualquier otro método de colonización imperial para obligar a los países a aplicar las políticas deseadas por los que controlan. En particular, esta táctica sólo funciona como un arma contundente en los territorios en los que se produce un severo colapso económico y con pocos recursos para la producción de alimentos. Hoy, sin embargo, parece que el mundo entero estuviese recibiendo todo un arsenal de bombas basadas en los alimentos, ya que se está produciendo un ataque múltiple para impedir el acceso a los alimentos a muchas personas. En otras palabras, lo que ha sido una táctica ya utilizada hace 40 años en el control de la ayuda alimentaria para la reducción de la población, se ha vuelto ahora algo más complejo y amplio.

Debido a la consolidación de la agricultura corporativa, regulada centralmente a nivel global, se está produciendo una especulación con los alimentos y las materias primas, mientras que los productos químicos y la modificación genética campan a sus anchas, con escasez de alimentos, bien sea real o una manipulación, hay una guerra que se está librando y que utiliza los alimentos como principal arma. No se trata únicamente de una guerra por la comida, sino más bien una guerra contra la población en general.. Por lo tanto, es crucial entender las tácticas que utilizan para defenderse de ellas.

Hay seis maneras diferentes de utilizar los alimentos para hacer la guerra contra la población:

1.- Aumento del precio de los alimentos: la inflación del precio de los alimentos está afectando en todos los rincones del mundo, siendo los pobres los que se llevan la peor parte. La FAO indicó que el precio de los alimentos aumentó en 3 puntos, pasando a 234 puntos en el mes de junio, con un aumento del 39% en un año. Este aumento de los precios está causando hambruna y disturbios en muchas regiones pobres del mundo, pero también está empezando a castigar a la clase media de los países industrializados. El precio de los alimentos está subiendo principalmente por un dólar muy devaluado debido a la impresión de grandes cantidades de dinero y la especulación de Wall Street. Tal vez sea más apropiado llamarlo manipulación de los productos básicos, no especulación. Como señalaba recientemente William Engdahl: “La capacidad de manipular los precios de los alimentos básicos en todo el mundo a voluntad, con independencia de la oferta y la demanda, es algo muy reciente…Hasta la crisis de los cereales de mediados de los años 1970 no había un precio mundial único para los cereales, el precio de referencia para todos los alimentos y productos alimenticios”. 

Lo que favorece la especulación de los productos básicos no es sólo la devaluación del dólar, sino también las preocupaciones de falta de suministros debido a diversos factores, que pueden producir escasez de alimentos debido a unas condiciones meteorológicas extremas o por epidemias. Independientemente de lo real o manipulada que esté la escasez de alimentos, los precios de los alimentos seguirán subiendo debido a una mayor demanda y a un dólar que se debilita cada vez más. Afortunadamente hay forma de protegerse de la inflación de los alimentos y de la guerra de los alimentos en general.

2.- Falsa escasez: A través del control de la oferta la escasez de alimentos se ha utilizado como arma para generar conflictos regionales, para promover misiones de paz, como la zanahoria que se coloca en la política exterior, como ya indicó Kissinger en 1974, en el Memorando 200. Los ejemplos más recientes los podemos encontrar en las negociaciones en curso en Corea del Norte, que constantemente sostiene el arma nuclear sobre la cabeza de Occidente a cambio de alimentos. Somalia, que era autosuficiente en alimentos hasta la década de 1970, se ha convertido en un Estado fallido debido a la escasez de alimentos. De manera significativa, la situación de Somalia y el hambre que padece puede estar causado por un colapso económico inducido. De hecho, se ha señalado que el factor fundamental de la revolución egipcia ha sido la falta de alimentos.

Debido a la consolidación empresarial en cultivos básicos como el maíz, la soja y el trigo, y el control centralizado de la ayuda alimentaria, ahora es fácil manipular y crear la sensación de una escasez de alimentos. Pero también se están produciendo eventos climáticos adversos que destruyen la producción de regiones enteras, como la ola de calor que asoló Rusia el verano pasado, que les llevo a restringir las exportaciones de trigo. A esto algunos lo denominan la guerra por los alimentos. Muchos países que ya habían firmado contratos con Rusia no se mostraron de acuerdo, y los movimientos proteccionistas tuvieron efectos globales sobre el precio de los alimentos. En otras palabras, la escasez de alimentos ya no es un problema local, ya que estando interconectado el sistema alimentario los problemas locales ya afectan a la comunidad global.

3.-Aditivos químicos: Los aditivos químicos, los pesticidas y conservantes, sólo pueden ser vistos como un arma que se encuentra en la agenda de la despoblación. Los productos químicos inventados en los laboratorios no fueron pensados para el consumo humano. Sólo pueden atribuirse a un intento deliberado de diezmar lentamente a la población. Muchos alimentos y bebidas contienen flúor, aspartamo o glutamato monosódico (MSG), que son bien conocidos por tener efectos nocivos sobre la salud. Otras creaciones de los laboratorios, como el jarabe de maíz con alto contenido en fructosa (JMFA) también en poco recomendable, existiendo pruebas de la presencia de mercurio en el jarabe de maíz. Es difícil encontrar alimentos que no contengan aspartamo o fructosa, mientras que los dulces y el chicle contienen aspartamo. Se estima que cada estadounidense consume de media unas 12 cucharaditas de fructosa al día, mientras que la población joven consume casi el doble. “El mercurio es tóxico en todas sus formas. Teniendo en cuenta la alta cantidad de contenido en fructosa en el jarabe de maíz que es consumida por los niños, puede ser una fuente adicional de consumo de mercurio que debe ser tenida en cuenta”, dijo el Dr. David Wallinga, de Política Agrícola y Comercial, cuyo estudio encontró en casi un tercio de los alimentos con jarabe de maíz con alto contenido en fructosa cantidades no despreciables de mercurio. 

Los plaguicidas en encuentran en la categoría de aditivos químicos; los pesticidas, especialmente por su uso en los transgénicos (toxinas Bt). Todos ellos pasan al torrente sanguíneo, y se ha observado su presencia en el 80% de los niños que nacen. Se cree que estas toxinas se adquieren por el consumo de maíz y soja transgénica, y de los animales que se alimentan de ellos. Un reciente estudio demostró que el producto encontrado con más asiduidad en un viejo conocido, el glifosato, que es la causa de defectos de nacimiento y otros problemas de salud. Sin embargo, a pesar de todos estos efectos nocivos sobre la salud, las autoridades siguen manteniendo la aprobación de uso, y se siguen acumulando de nuestro organismo. Son tan persistentes que parece imposible escapar de ellos, pero todavía es posible comer como un ser humano.

4.- Aprobación de nuevas leyes: Al restringir la libertad de alimentarnos, los organismos reguladores están creando de forma deliberada una dependencia de la Industria, que controla totalmente los alimentos básicos. Controla el maíz, el trigo, la soja y el arroz, haciéndonos dependientes de las fuentes de alimentos. En Estados Unidos, las agencias reguladoras y sus compinches, como la USDA, tratan de eliminar la competencia a través de una excesiva regulación. Esta restricción en la libertad para alimentarnos que está sucediendo en todo el mundo, se debe a una iniciativa global que actúa de arriba abajo impulsada por organismos internacionales de regulación, tales como la Organización Mundial del Comercio y las Naciones Unidas.

(Bajo regulaciones gubernamentales, se está desposeyendo de la tierra a las personas y son alquiladas a las Corporaciones Multinacionales, a los gigantes de la minería o de la Agroindustria. Los alimentos que se cultivan en estas tierras no son para los desposeídos de las tierras, sino que son exportados. Etiopía, la tierra del hambre, es un ejemplo de esto).
Se trata de una compleja agenda, interconectada, que obliga a los productores independientes a doblegarse, beneficiando a las estructuras corporativas globales. Las agencias reguladoras son una de las principales armas desplegadas contra una vida no excesivamente dependiente.

5.- Modificación genética: Hay muchas razones para evitar el consumo de alimentos modificados genéticamente, desde las preocupaciones por la salud hasta el no apoyar unos alimentos producidos por las Corporaciones. Los alimentos modificados genéticamente son el camino para el monopolio sobre la vida humana a través de una tecnología patentada , y la destrucción del medio ambiente mediante la utilización de productos químicos y la extensión del monocultivo. Los transgénicos están omnipresentes en los Estados Unidos, y se estima que ya el 70% de la dieta estadounidense los contiene. Algunos países europeos y otras regiones, los han rechazado. Hungría ha destruido recientemente los cultivos ilegales de maíz transgénico y considera aprobar que la comercialización de estas semillas sea un delito grave. Sin embargo, debido a la presión de las Corporaciones y la presión política, los países que eran más reticentes se están viendo obligados a aceptarlos. Todo a pesar de la contaminación del medio ambiente. Mientras tanto, el control se ejecuta mediante una compleja maraña de patentes y leyes, donde el nuevo organismo creado representa la originalidad y supone el control sobre el organismo natural del que se partió.

6.- Las condiciones climáticas: las condiciones atmosféricas adversas afectan a la escasez y el aumento del precio de los alimentos. Si echamos un vistazo a las zonas que están siendo especialmente afectadas por estos factores, veremos que son áreas de producción de alimentos. Estos fenómenos naturales pueden ser explotados por los especuladores y los Gobiernos. Sin embargo, con la modificación del clima, en la que intervienen la elite globalista, o el mismo Bill Gates, surge la preocupación de si los Gobiernos pueden utilizar el clima como un arma que deliberadamente desata una guerra por los alimentos. Las acusaciones han sido lanzadas en este sentido, si bien algunos descartan que se pueda controlar el tiempo con fines perversos, pero no se puede ignorar el documentado presentado en 1996 por la Fuerza Aérea, titulado Controlar el clima en 2025 (pdf), en el cual se dice en la página 10: “La modificación del clima dentro de las operaciones militares”:

Como medida ofensiva se podría crear una falsa sensación producida por unas condiciones climáticas virtuales… de modo que el enemigo tomase decisiones que nos favoreciesen en lugar de a ellos. Esto también podría servir para enmascarar o disfrazar nuestras actividades de modificación del clima. 

También es importante la capacidad de modelar un sistema no lineal extremadamente complejo para modelar el clima global que pueda predecir con exactitud los cambios en las variables que influyen… 

Posiblemente con el tiempo suficiente y las condiciones adecuadas se pueda conseguir un tiempo “hecho a medida”.

Esto sin duda sería el objetivo definitivo para cualquiera que pretendiese utilizar los alimentos como arma de control. Esta posibilidad no debe ser descartada sin más, sino que se precisa de una actitud abierta de investigación.

Como hemos visto, el control de los alimentos ocupa un amplio espectro, en una guerra declarada contra las personas, los Estados y las naciones soberanas. Los que controlan los alimentos pretenden minar la salud, la política y la economía, todo ello está integrado en su agenda. Sólo unas soluciones que contemplen todos estos aspectos podrían ser utilizadas como protección. Hay esperanza en los mercados alternativos, en el sistema de trueque, en las cooperativas locales. Daremos la bienvenida a tus ideas creativas que nos permitan preservar nuestra independencia. 

La verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económica. Las personas que tienen hambre o no tienen trabajo son carne de cañón para las dictaduras”. Franklin Roosevelt. 


Artículos relacionados:
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2011/06/15/la-nueva-politica-de-escasez-de-alimentos/