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EL CRISTIANISMO COMO RELIGIÓN ORIENTAL.

En los siete siglos anteriores al 1054, el cristianismo es una religión asiática y Occidente, Roma, para mayor precisión, poco cuenta, pues el desarrollo de la religión cristiana estuvo por entonces dominada por Oriente, por Bizancio. Basta para ello considerar los concilios ecuménicos de esta época, todos orientales y presididos por el emperador bizantino: Concilio de Nicea del 325, I de Constantinopla del 381, Concilio de Éfeso del 431, Concilio de Calcedonia (451), II de Constanti nopla del 553, III de Constantinopla (680-81), II de Nicea (787) y IV de Constantinopla (869-870). Lo mismo que los concilios, también los grandes teólogos fueron en su inmensa mayoría orientales: la literatura patrística es casi enteramente oriental[a].
Los padres apostólicos, es decir los que fueron discípulos de los Apóstoles, nos legan la Didaché o Doctrina de los XII Apóstoles (siríaca, del 80 al 100), la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas (del 100 al 150), I y II Carta de Clemente (88-97), las Siete Cartas de Ignacio de Antioquía (+109), Carta a los Filipenses de Policarpo de Esmirna (68-156) y los escritos de Papías de Frigia o Hierápoli s( cerca del 130); de esta patrística, sólo los escritos de Clemente son occidentales, oriental todo el resto. También es oriental la Literatura gnóstica, que algunos repudian como patrística, por su heterodoxia, pero que debemos considerar como expresión de la espiritualidad cristiana, pues lo es, incluso si descarriada (en este acápite pondré en mayúsculas los autores y textos heterodox os): SATURNINO (griego), BASILIDES (S.II, griego), VALENTINO (egipcio, floruit 140-60), MARCION (Asia Menor, floruit 140). Oriental es también, la patrístic a de los llamados Padres apologistas[1], de los siglos II y III, excepto Tertuliano (cartaginés, 160-220), quien fue el primer Padre que usó el latín. También oriental, de lengua griega o siríaca son la denominada Escuela de Alejandría[2], los Padres Nicenos[3] y los Padres Posnicenos[4], los Padres de Capadocia[5] y las Escuelas de Antioquía[6], de Edesa y Nisibis[7], los Padres de Calcedonia[8], los Padres de Constantinopla[9], los PADRES NOCALCEDONIANOS[10], así como Severo de Antioquía, Julián de Halicarnaso y Máximo Confesor y, por supuesto, los Padres griegos de las postrimerías[11].
Frente a esta pléyade oriental la iglesia latina muestra una constelación menor de teólogos; los mejores de ellos, además, no fueron continentales, sino de Africa del Norte (el Magreb actual), región de vigorosa vida cristiana hasta el ascenso del Islam: Ellos son los Padres Latinos[12] y los Padres Latinos Postnicenos[13].
Además, los textos sagrados del cristianismo (Antiguo y Nuevo Testamento) estaban escritos, en su mayor parte, en griego, y no se dispuso de texto latino, sino hasta la traducción de Jerónimo (Vulgata Latina). Es así como el griego será la lengua de los inicios de la cristiandad.
Además de su superiori dad intelectu al y espiritual, Oriente tuvo una, mucho más marcada, en lo económico, como lo evidencia el número de sus universid ades, sus ciudades opulentas, su más próspera agricultu ra e industria (cfr. Brown en Holmes, p. 1).
No obstante la inferioridad inicial de Occidente y de su lengua, el latín acabó por ser el idioma de la cristiandad, gracias a la obra precursora de Agustín de Hipona, Ambrosio de Milán y Jerónimo, quienes pusieron las premisas por las que la teología latina, a la postre, predominará sobre la griega.