Un poco de plomo en el pan, aluminio en la pasta: no se preocupe, hay que comer de todo


 Internationalnews
Désinformation disséquée
Sott
La Dépêche 28 de julio de 2011


Después de leer un artículo que contiene mucha desinformación, nos pareció interesante realizar un detallado análisis y señalar esa desinformación, las generalizaciones, las mentiras y omisiones que aparecen. La longitud de los comentarios es comparable a la del artículo original. Le damos el código de transcripción: los pasajes que desinforman aparecen de color rojo; las frases que informan en negrita y el resto en letra normal. Mis comentarios los he señalado en letra cursiva.

Un poco de plomo en el pan, de aluminio en la pasta: no se preocupe, hay que comer de todo.

¿Quizás lo diga en tono irónico? Ya, o sea que el pan y la pasta (sin gluten) no son saludables, pero como llevan plomo y aluminio, no hay de qué preocuparse, ya son seguros para usted.

Hay plomo y cadmio en el pan, aluminio en la pasta, cobre en el café, pero en pequeñas cantidades, si usted come de todo, y no en gran cantidad, no hay de qué preocuparse, los riesgos para la salud están bien controlados, según la agencia sanitaria Anses (Agencia Nacional de Seguridad en la Alimentación).

¿Cómo saber lo que es una pequeña cantidad? ¿Se ha realizado estudios epidemiológicos para determinar a largo plazo los efectos reales de estas toxinas? Aun en pequeñas cantidades estos productos son peligrosos, los riesgos para la salud están bien controlados para aquellos que no los consumen.

A las agencias de seguridad alimentaria les fue entregada hace unos cuatro años una gigantesca obra sobre análisis de alimentos para medir los riesgos que a largo plazo tiene la ingestión de sustancias químicas y el valor nutricional de los mismos.

Hasta 20.000 productos, tal y como son consumidos, realizándose un estudio toxicológico de más de 361 sustancias. Se trata de uno de los más completos estudios que se hayan realizado en todo el mundo, dijo Anses.

Para el 85% de las sustancias “el riesgo está basado en una evaluación exclusiva de la ingesta alimentaria”, el nivel de exposición restante se mantiene por debajo de los valores de referencia toxicológicos.

¿Así que la mayoría de las personas (la población en general) pueden estar ingiriendo unas 300 sustancias tóxicas que han sido analizadas?
Me gustaría conocer las sesenta sustancias restantes cuyo nivel de exposición está más allá de los valores toxicológicos de referencia, valores que por cierto impone la industria.
¿En qué está basada la ingesta alimentaria?
Si queremos realmente evitar riesgos para nuestra salud, no se deben ingerir estas sustancias peligrosas y que interfieren en el funcionamiento del cuerpo.

Es el caso de los contaminantes inorgánicos (no son necesarios para el funcionamiento corporal, a diferencia de los metales), tales como el bario, cobalto, níquel, los contaminantes orgánicos persistentes como los PFOA (ácido perfluoroctánico) de las sartenes antiadherentes, algunas micotoxinas, las mayoría de los 254 residuos de plaguicidas evaluados...

Sin embargo, se debe “alentar los esfuerzos para reducir los niveles de contaminantes en los alimentos”, dijo la Agencia.

Sin embargo, para docenas de sustancias o grupos de sustancias, el riesgo de sobrepasar los valores toxicológicos de referencia, “no se puede descartar”.

Puede que ciertos alimentos, “no estén necesariamente muy contaminados”, como el pan, que contiene cadmio, plomo, micotoxinas, las pastas (aluminio), el café (cobre, arsénico inorgánico, acrilamida), las leches de los niños (plomo, arsénico inorgánico)... Anses revela un aumento de un 400% en la cantidad de cadmio ingerido, según señala un estudio del mismo tipo publicado en 2006

¿Están contaminados o no? Porque decir “no necesariamente muy contaminados” y luego decir que se ha producido un aumento de un 400% en sólo 5 años en los niveles de cadmio ingerido es desconcertante.
También hay muchas mocotoxinas y acrilamida en las patatas fritas, demasiado sulfito en el vino, poniendo en riesgo a los consumidores.

Que pone en riesgo a todos los consumidores de estos productos, y mucho más si tenemos en cuenta que estos alimentos forman parte de los regímenes clásicos de Occidente.

“El estudio destaca algunos riesgos a largo plazo para los adolescentes al consumir un exceso de productos a base de cereales (incluidas las pastas), patatas fritas y fritos”, dijo el director de Anse, Marc Mortureux, a los periodistas.

Los contaminantes orgánicos persistentes de los que se han encontrado dioxinas y los PCB (policlorobifenilos) en el 86% de los productos analizados, pero la exposición de la población se ha reducido considerablemente en cinco años, aunque algunos consumidores estén expuestos.

Los contaminantes orgánicos persistentes tienen una duración de varias décadas o incluso de siglos en el caso del PCB. Así que ¿ sobre qué base se dice que han disminuido enormemente? Y se cual sea la evolución de los niveles de contaminación, se está produciendo el fenómeno de acumulación. Este es el factor determinantes en la aparición de la enfermedad. 
 
Dioxinas y PCB en el pescado azul y mercurio orgánico en el atún, hay que respetar las recomendaciones de consumo de pescado: dos veces por semana, variando las especies de procedencia y limitar el consumo de algunos de ellos.

Se debería consumir pescado graso de pequeñas especies salvajes, procedentes de aguas frías, por su alto contenido en Omega-3, pero no atún, que está muy contaminado por mercurio y otros. Cuanto más alto se encuentra un pez en la cadena alimentaria, mayor es su concentración de contaminantes. De ahí los riesgos de comer a los depredadores, como el atún.

Se deben “reducir los niveles de estos contaminantes en los alimentos, principalmente en los alimentos constructores”, mediante reglamentos y acciones pertinentes dentro del sector, dijo la Anses.

En términos nutricionales hay un riesgo de ingesta excesiva de sodio para los que les gusta el pan y la charcutería, y una ingesta inadecuada de calcio, magnesio, hiero y selenio para una parte de la población. En el caso del hierro, las aportaciones son de menos del 74% de las necesidades en algunos niños.

No se trata ya sólo del sodio, sino también de la calidad de la sal que se utiliza (la fuente y si está refinada, y si lleva aditivos, como el flúor), y el gluten que se encuentra en el pan y todo lo que entra a formar parte de la charcutería (lactosa, dextrosa...)

Reconocemos las limitaciones de este estudio, dijo la Anses, ya que no se tiene en cuenta la exposición cruzada a varios contaminantes o exposición a productos no alimentarios.

No es lo mismo alimentos buenos que malos”, señalo Marc Mortureux. Dominque Gonbert, director de evaluación de riesgos, aboga por “la diversidad y un equilibrio en la dieta”. “Los hábitos alimenticios equilibrados pueden protegernos de la sobreexposición a una sustancia que un alimento en concreto puede tener en gran cantidad”, dijo.

Por supuesto que hay buenos alimentos (por suerte), pero sobre todo, lo que hay, es malos.
Sobre todo, lo que se requiere, es mezclar.
Es decir que si se comen fritos (micotoxinas, acrilamida...) luego un buen vaso de vino (sulfitos).
Y un buen plato de pasta (sin gluten, aluminio...), crema (caseína, lactosa, plomo, arsénico inorgánico...) y tocino (lactosa, dextrosa, antibióticos...), todo ello cocinada con una sartén antiadherente (Teflón y flúor).
Por no hablar del pan con la crema (gluten, plomo, cadmio, micotoxinas...)
Para postre, una buena manzana (y 27 pesticidas) y finalmente un café (cobre, arsénico y acrilamida...)
Y con la cuenta, que me preparen el ataúd. ¡Debería estar protegido de una exposición a los niveles excesivos de sustancias en los alimentos!